El Ateísmo es el argumento, doctrina o actitud que niega la existencia de Dios. En un sentido amplio, engloba tanto la incredulidad como la indiferencia religiosa. Así pues, cabe distinguir el ateísmo práctico (el que, sin pronunciarse sobre la existencia de Dios, no le otorga ningún papel en la vida real) del ateísmo teórico (el que no admite un ser que trascienda el mundo, ni como existente ni como objeto de problema susceptible de solución).
Al margen de las formas que haya revestido a lo largo de los siglos, el ateísmo teórico aduce la existencia de ciertas contradicciones que permiten negar la existencia de Dios.
El primer argumento insiste en la oposición entre naturaleza y Dios, y es típico el ateísmo cientifista: la naturaleza sigue sus propias leyes, y su explicación científica no necesita invocar la hipótesis de Dios.
De la puesta entre paréntesis metodológica, se pasa a una negación dogmática. De la inutilidad de Dios en la práctica científica se concluye su inexistencia, no sin sustituirlo a veces por otras entidades (como el azar en el caso de J. Monod). Para Kant, sin embargo, la razón no tiene competencia en la esfera de la fe: incapaz de afirmar la existencia de Dios, es igualmente incapaz de negarla. En todo caso, el cientifismo no deja de ser en sí mismo un postulado absolutamente indemostrable.
