El átomo es la partícula mínima de materia que permanece invariable en las reacciones químicas. Todos los átomos tienen unos 0.00000001 centímetros de diámetro y constan de un núcleo central cargado positivamente, como de 0.000000000001 centímetros de diámetro, rodeado por una corteza de electrones suficientes como para hacer que el átomo sea neutro eléctricamente.
Dentro de las reducidas dimensiones del átomo, cuyo diámetro medio es la cienmillonésima parte de un milímetro, los electrones están dispuestos en capas a una distancia relativamente enorme del núcleo, ya que el radio del átomo es cien mil veces mayor que el radio del núcleo.
El átomo es prácticamente un espacio vacío. Si todas sus partículas se juntaran por cese de las fuerzas que mantienen el átomo estable, la reducción de volumen sería del orden de los 1000 billones y aumentaría la densidad de la materia en la misma proporción.
El proceso, hasta llegar a determinar la naturaleza del átomo y su desintegración, puede sintetizarse así: Ya doce siglos antes de Cristo expusieron los indios una especie de teoría atómica, según la cual la materia estaba integrada por partículas sólidas, separadas entre sí por espacios vacíos, pero unidas por una fuerza de atracción. Demócrito y Leucipo (siglos V-IV a. C.) y Lucrecio (siglo I a. C.) dieron un gran avance teórico al suponer que esas partículas eran indivisibles y que estaban dotadas de un movimiento rápido.